Seguridad del paciente: lo primero es no dañar

El 22 de junio se llevó a cabo un nuevo encuentro organizado por la la Comisión Interinstitucional para el Desarrollo de la Calidad de la Atención Médica, realizado en el marco de la convocatoria “El Desarrollo Colaborativo de la Calidad en la Nueva Normalidad”, con el objetivo de seguir fortaleciendo el sistema de calidad de las organizaciones a través de experiencias compartidas.

El tema “Seguridad del paciente” estuvo a cargo de Vilmán Rojas,  Lic en Instrumentación Quirúrgica, diplomada en Seguridad de Pacientes y Evaluadora de Calidad en instituciones de salud, que se desempeña como Coordinadora Institucional del Programa de Seguridad del Paciente en la Clínica Privada Provincial de Merlo.

“Sabemos cuán peligrosa es la atención de la salud”, comenzó Rojas quien subrayó que “es necesario gestionar los riesgos y por eso la seguridad del paciente es una disciplina multifacética, de amplias miradas y con un abordaje multidisciplinario” y agregó: “para una atención segura lo primero es no dañar”.

Para trabajar en la seguridad del paciente es preciso establecer objetivos y recomendaciones orientadas a minimizar los riesgos y daños asociados a la atención de la salud y para obtener resultados, la línea estratégica es orientar la instrumentación de políticas que promuevan la seguridad de los pacientes. 

Rojas explicó que la seguridad del paciente es definida como “la disciplina que busca la prevención y la reducción de daños prevenibles asociados a la atención médica” y por eso hace referencia a “un conjunto de medidas que aseguran un buen funcionamiento de los servicios asistenciales”.

Atención segura

La combinación de una gestión y organización adecuadas de una institución sumado al compromiso de la tarea cotidiana de cada una de las personas involucradas puede dar como resultado una atención segura, que a su vez generará ciertas barreras para minimizar riesgos y evitar así la ocurrencia de eventos adversos.

“En salud sabemos que los recursos son limitados desde todo punto de vista y por eso existen fallas latentes, como insuficiente estandarización de procesos, recursos obsoletos, sobrecarga de trabajo o formación y supervisión insuficiente”, explicó Rojas y se refirió a las fallas activas, vinculadas a los actos humanos, “como la omisión, la distracción, la equivocación y la confusión”.

Por eso son necesarias barreras para  minimizar los riesgos: “los eventos adversos ocurren cuando fallas humanas se combinan con fallas en el modo en que se prestan los servicios asistenciales en una institución”, resumió Rojas y resaltó la importancia de eliminar las “fallas latentes”.  El 80 por ciento de las prestaciones de servicios de salud recaen sobre acciones humanas -la tecnología representa al otro 20 por ciento- y por lo tanto, son falibles y si bien el error es inevitable puede ser previsible en función de la situación, las condiciones de trabajo y la competencia profesional.

Para Vilmán Rojas los reportes de eventos adversos que llegan a la gerencia “son sólo la punta del iceberg, hay que trabajar en la base para generar un impacto en la seguridad y evitar ese porcentaje que termina en litigios y costos asociados a la atención”.

También advirtió que “complicación no es evento adverso” y que poder identificar esta diferencia “es un proceso de mejora”. En este sentido señaló que “los procesos de atención deben ser mirados con una lupa y todos deben estar involucrados”. Para Rojas el error no siempre está a la vista y de nada sirve hacer seguridad del paciente “desde un escritorio”: “hay que involucrar a todos, la organización es el camino”, con una cultura del reporte de acción. Rojas también insistió en la importancia de llevar indicadores “que marcan el termómetro de dónde estamos” y enfatizó en la importancia de la comunicación escrita para minimizar errores generados por la oralidad.

Conclusiones

Para sintetizar, Vilmán Rojas propone:

  • Integrar el abordaje de los eventos adversos al plan estratégico organizacional.
  • Crear un área de gestión de eventos adversos con un número de integrantes que asegure su eficacia.
  • Capacitarlos en la utilización de herramientas específicas de detección y notificación de eventos adversos.
  • Diseñar procedimientos y desarrollar herramientas de gestión con asignación de responsabilidades.
  • Definir líneas de acción y relación entre áreas para la comunicación de los eventos adversos detectados y hacer un seguimiento de acciones de resolución y prevención.
  • Gestionar un mecanismo de evaluación de resultados a través de la definición de indicadores, objetivos y metas.
  • Establecer un sistema de comunicación de resultados.